El Atlético vive una nueva etapa dentro del ciclo Simeone. A lo largo de más de una década, el técnico ha modelado distintos equipos: unos más verticales, otros basados en el contragolpe, algunos fuertes en el juego aéreo y otros más dominantes con la pelota. Esta versión actual combina la intensidad clásica del Cholo con una apuesta más marcada por la posesión, siempre con un objetivo claro: atacar.
La llegada de jugadores como Baena, Almada y Cardoso potenció un mediocampo que ya contaba con Koke y Barrios, y que se complementa con la presencia de Julián Álvarez y Griezmann. Este Atlético busca generar ventajas desde lo posicional, mover el balón de lado a lado y elaborar ataques más largos. Como explicó Simeone en 2022, “la posesión direccionada hacia un ataque buscado sirve; tener el balón por tenerlo, no”. Ese concepto volvió a remarcarlo esta misma temporada: la tenencia debe ser productiva y generar situaciones de gol.
Contra el Levante, el Atlético alcanzó un registro histórico: 74,34% de posesión, su cifra más alta desde que Opta mide este dato (2005-06). El partido representó el mayor dominio rojiblanco con balón en 20 años. Sin embargo, la eficacia defensiva falló y el equipo recibió un gol de estrategia, algo que deberá corregir. El resto del encuentro fue un monólogo: 25 remates, 10 al arco, 21 córners —13 de ellos en el primer tiempo, récord de LaLiga en ese lapso— y 628 pases completos, con Koke como líder (81).
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Un Atlético que domina desde la posesión, pero que sigue cómodo sin balón
El crecimiento del Atlético en posesión no implica renunciar a su ADN. El equipo también ha demostrado seguir siendo competitivo cuando no domina el balón. Su peor registro de la temporada fue el 37,11% en el derbi ante el Real Madrid… un partido que terminó 5-2 a favor de los rojiblancos. Contra el Betis (42,9%) y el Sevilla (47,18%) también ganó sin necesidad de monopolizar la pelota.
Sin embargo, la tendencia es clara: en ocho de las doce jornadas ligueras superó el 57% de posesión y en cinco de ellas rebasó el 60%. Los rivales le entregan la pelota, y el Atlético responde con mayor capacidad para llevar el peso del partido. El “tiki-taka rojiblanco” emerge como una de las evoluciones más marcadas del ciclo Simeone.
Ejercicios de presión alta, salida limpia desde Oblak, Baena acompañando a Koke en el doble pivote, Barrios creciendo entre líneas y los delanteros participando activamente del circuito de juego… todo apunta a un Atlético más asociativo y decidido a dominar desde el balón.
El reto ya no es solo tener la pelota, sino aprovecharla. Y este Atlético parece haber entendido que, para atacar mejor, primero hay que quererla más.